Esclavitud en el caribe

El cultivo del azúcar en el Nuevo Mundo


Los portugueses llevaron el azúcar al Brasil. En 1540, había 800 ingenios de caña en Santa Catarina Isla y había otros 2000 en la costa norte de Brasil, Demerara y Surinam. La primera cosecha de azúcar ocurrió en La Española en 1501; y muchos ingenios azucareros habían sido construidos en Cuba y Jamaica en la década de 1520.
Los aproximadamente 3000 pequeños ingenios de azúcar que se construyeron antes de 1550 en el Nuevo Mundo crearon una demanda sin precedentes de hierro fundido engranajes, palancas, ejes y otros implementos. Debido a la expansión de la producción de azúcar, se desarrollaron en Europa oficios especializados en la fabricación de moldes y en la fundición de hierro. La construcción de ingenios azucareros impulsó el desarrollo de los conocimientos tecnológicos necesarios para una incipiente revolución industrial a principios del siglo XVII.
Después de 1625, la Holandesa transportó la caña de azúcar desde Sudamérica hasta las islas del Caribe, donde se cultivó desde Barbados hasta las Islas Vírgenes.

Los contemporáneos comparaban a menudo el valor del azúcar con el de productos valiosos como el almizcle, las perlass y las especiass. Los precios del azúcar disminuyeron lentamente a medida que su producción se convirtió en una fuente múltiple a lo largo de la colonias europeas. El consumo de azúcar, que antes era un capricho sólo de los ricos, se hizo cada vez más común también entre los pobres. La producción de azúcar aumentó en las colonias de Norteamérica continental, en Cuba y en Brasil. Al principio, la mano de obra incluía a los sirvientes contratados europeos y a los esclavos locales nativos americanos. Sin embargo, las enfermedades europeas como la viruela y las africanas como la malaria y la fiebre amarilla pronto redujeron el número de nativos americanos locales. Los europeos también eran muy susceptibles a la malaria y la fiebre amarilla, y el suministro de sirvientes contratados era limitado. Los esclavos africanos se convirtieron en la principal fuente de trabajadores de las plantaciones, porque eran más resistentes a la malaria y a la fiebre amarilla, y porque el comercio de esclavos del Atlántico era abundante en la costa africana.

Durante el siglo XVIII, el azúcar se hizo enormemente popular. El Gran Bretaña, por ejemplo, consumía cinco veces más azúcar en 1770 que en 1710.​En 1750, el azúcar superaba a los cereales como la mercancía más valiosa del comercio europeo constituía una quinta parte de todas las importaciones europeas y, en las últimas décadas del siglo, cuatro quintas partes del azúcar procedían de las colonias británicas y francesas de las Indias Occidentales.​ Desde la década de 1740 hasta la de 1820, el azúcar fue la importación más valiosa de Gran Bretaña.
El mercado del azúcar pasó por una serie de booms. El aumento de la demanda y de la producción de azúcar se produjo en gran medida por un gran cambio en los hábitos alimenticios de muchos europeos. Por ejemplo, empezaron a consumir mermelada, caramelos, té, café, cacao, alimentos procesados y otros productos dulces en cantidades mucho mayores. Como reacción a esta tendencia creciente, las islas del Caribe aprovecharon la situación y se dedicaron a producir aún más azúcar. De hecho, llegaron a producir hasta el noventa por ciento del azúcar que consumían los europeos occidentales. Algunas islas tuvieron más éxito que otras a la hora de producir el producto. En Barbados y las Islas de Sotavento británicas, el azúcar proporcionaba el 93% y el 97%, respectivamente, de las exportaciones.

Posteriormente, los plantadores empezaron a desarrollar formas de aumentar aún más la producción. Por ejemplo, empezaron a utilizar más métodos agrícolas a la hora de cultivar. También desarrollaron molinos más avanzados y comenzaron a utilizar mejores tipos de caña de azúcar. En el siglo XVIII, "las colonias francesas fueron las que más éxito tuvieron, especialmente Santo Domingo, donde la mejora del riego, la energía hidráulica y la maquinaria, junto con la concentración en nuevos tipos de azúcar, aumentaron los beneficios". A pesar de estas y otras mejoras, el precio del azúcar alcanzó cotas altísimas, especialmente durante acontecimientos como la revuelta contra los holandeses y las Guerras Napoleónicas. El azúcar seguía teniendo una gran demanda, y los plantadores de las islas sabían perfectamente cómo aprovechar la situación.
A medida que los europeos establecían plantaciones de azúcar en las grandes islas del Caribe, los precios bajaban en Europa. En el siglo XVIII, todos los niveles de la sociedad se convirtieron en consumidores habituales de un producto que antes era de lujo. Al principio, la mayor parte del azúcar en Gran Bretaña se destinaba al té, pero más tarde los confitería y el chocolate se hicieron muy populares. Muchos británicos (especialmente los niños) también consumían mermeladas. Los proveedores solían vender el azúcar en forma de pan de azúcar y los consumidores necesitaban pellizcos de azúcar, una herramienta parecida a un alicate, para romper los trozos.
La caña de azúcar agota rápidamente el suelo en el que crece, y los plantadores presionaron a las islas más grandes con suelo más fresco para que produjeran en el siglo XIX, ya que la demanda de azúcar en Europa seguía aumentando: el consumo medio en Gran Bretaña pasó de cuatro libras por cabeza en 1700 a dieciocho libras en 1800, a treinta y seis libras en 1850 y a más de cien libras en el siglo XX. 
En el siglo XIX, Cuba se convirtió en la tierra más rica del Caribe (con el azúcar como cultivo dominante) porque formaba la única gran isla masa terrestre libre de terreno montañoso. En su lugar, casi tres cuartas partes de su territorio formaban una llanura ondulada, ideal para los cultivos. Cuba también prosperó por encima de otras islas porque los cubanos utilizaban mejores métodos a la hora de cosechar los cultivos de azúcar: adoptaron métodos modernos de molienda como molinos de agua, hornos cerrados, máquinas de vapor y ollas de vacío. Todas estas tecnologías aumentaron la productividad. Cuba también mantuvo la esclavitud durante más tiempo que la mayoría del resto de las islas del Caribe.
Después de que la Revolución Haitiana estableciera el estado independiente de Haití, la producción de azúcar en ese país disminuyó y la Cuba sustituyó a Saint-Domingue como mayor productor mundial.
 Establecida desde hace tiempo en Brasil, la producción de azúcar se extendió a otras partes de América del Sur, así como a las nuevas colonias europeas en África y en el Pacífico, donde adquirió especial importancia en Fiyi. Mauricio, Natal y Queensland en Australia comenzaron a cultivar azúcar. Las zonas de producción de azúcar más antiguas y más nuevas tendían ahora a utilizar mano de obra contratada en lugar de esclavos, con trabajadores "enviados por todo el mundo ... [y] ... mantenidos en condiciones casi de esclavitud hasta diez años... En la segunda mitad del siglo XIX, más de 450.000 trabajadores contratados fueron de la India a las Indias Occidentales británicas; otros fueron a Natal, Mauricio y Fiyi (donde se convirtieron en la mayoría de la población). En Queensland se trasladaron trabajadores de las islas del Pacífico. En Hawaii, llegaron de China y Japón. Los holandeses trasladaron un gran número de personas de Java a Surinam". 
​Se dice que las plantaciones de azúcar no habrían prosperado sin la ayuda de los esclavos africanos. En Colombia, la plantación de azúcar comenzó muy pronto, y los empresarios importaron muchos esclavos africanos para cultivar los campos. La industrialización de la industria colombiana comenzó en 1901 con el establecimiento de Manuelita, el primer ingenio azucarero a vapor de Sudamérica, por el inmigrante judío letón James Martin Eder.

El aumento del azúcar de remolacha

El azúcar era un lujo en Europa hasta principios del siglo XIX, cuando se generalizó su disponibilidad, debido al auge de la azúcar de remolacha en Prusia, y posteriormente en Francia bajo Napoleón.​ El azúcar de remolacha fue un invento alemán, ya que, en 1747, Andreas Sigismund Marggraf anunció el descubrimiento del azúcar en la remolacha e ideó un método que utilizaba alcohol para extraerlo. 
 El alumno de Marggraf, Franz Karl Achard, ideó un método industrial económico para extraer el azúcar en su forma pura a finales del siglo XVIII. Achard produjo por primera vez azúcar de remolacha en 1783 en Kaulsdorf. En 1801, bajo el patrocinio del rey Federico Guillermo III de Prusia (reinó entre 1797 y 1840), se estableció la primera instalación de producción de azúcar de remolacha del mundo en Cunern, Silesia (entonces parte de Prusia).​ Aunque nunca fue rentable, esta planta funcionó desde 1801 hasta que sufrió su destrucción durante la Guerras napoleónicas. Los trabajos de Marggraf y Achard fueron el punto de partida de la industria azucarera en Europa, y de la industria azucarera moderna en general, ya que el azúcar dejó de ser un producto de lujo y un producto que casi sólo se producía en climas más cálidos. 
En Francia, Napoleón aislado de las importaciones caribeñas por un bloqueo británico, y en todo caso sin querer financiar a los comerciantes británicos, prohibió las importaciones de azúcar en 1813. Surgió una industria de azúcar de remolacha, especialmente después de que Jean-Baptiste Quéruel industrializara la explotación de Benjamin Delessert.
Una gran refinería de remolacha que produce alrededor de 1500 toneladas de azúcar al día necesita una mano de obra permanente de unas 150 personas para una producción de 24 horas.

Mecanización

A partir de finales del siglo XVIII, la producción de azúcar se mecanizó cada vez más. La máquina de vapor impulsó por primera vez un ingenio azucarero en Jamaica en 1768, y poco después el vapor sustituyó a la combustión directa como fuente de calor del proceso.
En 1813, el químico británico inventó un método para refinar el azúcar que consistía en hervir el jugo de la caña no en una caldera abierta, sino en un recipiente cerrado calentado por vapor y mantenido bajo vacío parcial. Al reducir la presión, el agua hierve a una temperatura más baja, y este desarrollo ahorra combustible y reduce la cantidad de azúcar que se pierde por la caramelización. 
El evaporador de efecto múltiple, diseñado por el ingeniero estadounidense Norbert Rillieux (quizás ya en la década de 1820, aunque el primer modelo en funcionamiento data de 1845), supuso un nuevo avance en el ahorro de combustible. Este sistema consistía en una serie de ollas de vacío, cada una de las cuales se mantenía a una presión menor que la anterior. Los vapores de cada olla servían para calentar la siguiente, con un mínimo de calor desperdiciado. Las industrias modernas utilizan evaporadores de efecto múltiple para evaporar el agua.
El proceso de separación del azúcar de la melaza también recibió atención mecánica: David Weston aplicó por primera vez la centrifugadora a esta tarea en Hawai en 1852.

Otros edulcorantes.

El proceso por el que se produce el jarabe de maíz de alta fructosa fue desarrollado por primera vez por Richard O. Marshall y Earl R. Kooi en 1957. El proceso de producción industrial fue perfeccionado por el Dr. Y. Takasaki en la Agencia de Ciencia y Tecnología Industrial del Ministerio de Comercio Internacional e Industria de Japón en 1965-1970. El jarabe de maíz de alta fructosa se introdujo rápidamente en muchos alimentos procesados y refrescos en Estados Unidos desde 1975 hasta 1985 aproximadamente.
Un sistema de aranceles y cuotas de azúcar impuesto en 1977 en Estados Unidos aumentó considerablemente el coste del azúcar importado y los productores estadounidenses buscaron fuentes más baratas. El jarabe de maíz de alta fructosa, derivado del maíz, es más económico porque el precio nacional del azúcar en Estados Unidos es el doble del precio mundial y el precio del maíz se mantiene bajo gracias a los subsidios que el gobierno paga a los productores.
​ El jarabe de maíz de alta fructosa se convirtió en un sustituto atractivo, y es preferido sobre el azúcar de caña entre la gran mayoría de los fabricantes de alimentos y bebidas estadounidenses. Fabricantes de refrescos como Coca-Cola y Pepsi utilizan azúcar en otras naciones, pero cambiaron al jarabe de maíz de alta fructosa en Estados Unidos en 1984.





Introducción

Entre los 1500 a 1850, más de doce millones de africanos  fueron  importados a América desde África occidental y central, para que trabajaran en las plantaciones azucareras  ubicadas en el Caribe perteneciente a potencias  europeas.

Azucar y la esclavitud

I. Introducción

La siembra de la caña de azúcar y la subsecuente producción azucarera destinada, principalmente, para el mercado europeo a partir de las postrimerías del siglo XVII y a lo largo del siglo XVIII, marcaron en forma definitiva el desarrollo socioeconómico, político, demográfico y cultural de la región caribeña. No obstante, es perentorio aclarar que el desarrollo de las sociedades a base de la producción de azúcar en el Caribe fue un tanto irregular y descompasado en el tiempo. En consecuencia, las repercusiones se experimentaron de formas diferentes y con intensidades desiguales. Aun así, y salvaguardando la heterogeneidad de estas experiencias, es posible escudriñar las instituciones y los patrones sociales y económicos comunes que fueron fundacionales en la creación de la sociedades caribeñas.
La plantación azucarera del siglo XVIII pone de manifiesto el vínculo comercial entre el Caribe, Europa y África. En este comercio triangular se desarrolló la esclavitud africana como una de las instituciones más nefastas y perentorias en la historia de la humanidad. La movilización de millones de africanos hacia el Nuevo Mundo, para insertarlos en una economía que los utilizaba como herramientas de trabajo, creó un tipo de sociedad caracterizada por una ideología de discriminación y racismo, que aún, en mayor o menor grado, persiste en las estructuras políticas y económicas en no pocos de los países que componen al Caribe.

Los primeros intentos

Los primeros intentos en la producción de azúcar para el consumo europeo se forjaron en los territorios colonizados por la Corona española en el siglo XVI, especialmente en las islas de La Española y Puerto Rico. En 1568, entre estas dos islas se establecieron 46 ingenios, en su mayoría trapiches movidos por bestias. La siembra de caña en el Caribe hispano durante estos primero años fue de corta duración. Los intereses de la Corona se tornaron hacia las tierras más lucrativas del virreinato de la Nueva España (México) y el virreinato del Perú en Suramérica. Era de esperarse. La producción del dulce de azúcar era demasiado costosa en comparación a la extracción de las riquezas minerales de ambos territorios continentales. Los territorios del Caribe —quizás exceptuando a La Habana, por su condición de astillero de las flotas que partían hacia España— se convirtieron en territorios periféricos de poca importancia económica para la Corona.

Inglaterra, seguida por Francia, Holanda y Dinamarca, se percató y tornó sus intereses y capital hacia las pequeñas islas del Caribe en búsqueda de nuevas formas de enriquecimiento. Su aliciente fue el reciente incremento de la demanda del azúcar en el mercado europeo—en especial en Inglaterra— y la inestabilidad de los precios del tabaco durante los primeros años del siglo XVIII. La producción de la caña proveniente del Brasil, a pesar de ser significativa, no era suficiente para saciar el paladar de miles de ingleses y europeos. El azúcar dejo de ser un lujo y símbolo de estatus para las clases más privilegiadas y se convirtió en un ingrediente indispensable y accesible para el resto de la población inglesa.

La demanda, entonces, habría de cubrirse. El cultivo de la caña de azúcar en la isla de Barbados a finales del tercer decenio del siglo XVII se convirtió, por su excelente geografía y condiciones climáticas, en la oportunidad de oro para los colonos ingleses que no podían competir con la calidad del tabaco de Virginia y de otros territorios ingleses de Norteamérica. Su costo, sin embargo, era significativo. El cultivo de la caña de azúcar requería grandes extensiones de terreno y una sustancial mano de obra. Su rentabilidad era susceptible, aparte de las condiciones naturales, a la eficiencia en extraer el dulce antes de su descomposición. Era imprescindible, entonces, contar con el capital suficiente para obtener la maquinaria y mano de obra diestra y barata para poder procesarla. Los costos de la producción del azúcar de caña durante el siglo XVII y XVIII no representaron un inconveniente para que Inglaterra y Francia se aventuraran a tal desafío. El desarrollo económico y social del Caribe estuvo inextricablemente atado a la producción de azúcar para el mercado europeo.

Los colonos ingleses de Barbados, influenciados por la experiencia en el cultivo de la caña en Brasil —a su vez inspirada en la experiencia portuguesa en la islas de Madeira y Sao Tomé—se percataron del alto rendimiento del esclavo africano versus los trabajadores blancos contratados. La transición de los trabajadores blancos contratados hacia la esclavitud de los africanos, a todas luces es uno de los capítulos más nefastos de la historia de la humanidad. Se estima que más de diez millones de seres humanos fueron atrapados y obligados a atravesar el océano para llevar una vida degradante y de arduos trabajos al otro lado del Atlántico: las plantaciones del Caribe los aguardaban y los consumían.

El cultivo de la caña para satisfacer la demanda de azúcar en los mercados europeos ha sido fundamental para la historia de la región caribeña. En particular, con la llegada de cientos de miles de africanos esclavizados y la formación de las sociedades mulatas del Caribe.
Compraventa de esclavos en La Habana, 1837: La plantación azucarera durante el siglo XVIII estableció un comercio triangular entre el Caribe, como fuente de la materia prima; Europa como mercado que demanda el producto; y África como fuente de la mano de obra esclava.

II. El comercio esclavista

La esclavitud era conocida en toda el áfrica subsahariana y el áfrica mediterránea antes de la llegada de los europeos. Sin embargo, estaba vinculada, principalmente, al trabajo doméstico y otros quehaceres sin mayor resonancia socioeconómica. Por lo que la esclavitud en África no era una institución de la magnitud e importancia a la que llegó a ostentar en las Américas. En general, los esclavos solían ser prisioneros de guerra, criminales o esclavizados por endeudamiento. Sin dejar de ser una privación intolerable para todo aquel que la experimentó, la esclavitud en África jamás se asemejó a las deplorables condiciones y a los vejámenes a los cuales fueron sometidos millones de seres humanos en el Caribe.

Empero, el desplazamiento de esta gente hacia las plantaciones del Caribe requería de una logística y organización sin precedentes en la historia de la humanidad. La demanda de mano de obra en la pequeña pero fundacional isla de Barbados, a mediados del siglo XVII, provocó una carrera para satisfacer las necesidades de la colonia en el Caribe. Tras varios intentos fallidos, The Royal Company of Africa se instituyó en 1672 para suplir con africanos esclavizados a las colonias británicas en el Caribe. La demanda de esclavos por parte de las colonias, sin embargo, era mayor a la oferta que la compañía podía proveer. En 1698, el parlamento inglés permitió el traslado de los esclavos africanos hacia las Américas por manos privadas, siempre y cuando pagasen un impuesto a la Royal Company of Africa.

La participación francesa no se hizo esperar. En 1664 el Gobierno francés, bajo el mando del ministro de finanzas Jean-Babtiste Colbert, estableció la Compagnie des Indes Occidentales. Aunque este intento de monopolización por parte del Gobierno francés —en contra de muchos de los mismos propietarios y plantadores en la Américas— no rindió los frutos económicos esperados, fue antesala a la mayor participación de Francia en el comercio esclavista y azucarero durante el siglo XVIII, cuando Saint Domingue se convirtió en el mayor exportador de azúcar del mundo.

La experiencia de Barbados fue fundamental para el consecuente crecimiento y expansión de la economía de plantación en todo el Caribe. El siglo XVIII fue un siglo de expansión económica y explotación humana. Los principales comerciantes esclavistas fueron los reinos de Inglaterra, Francia y Portugal. Paul Lovejoy estima que entre 1701 a 1801 los ingleses transportaron unas 2,532,300 almas hacia el Nuevo Mundo. Por otra parte, el comercio esclavista entre franceses y portugueses acarreó cerca de tres millones de africanos hacia los territorios americanos. El comercio transatlántico durante el siglo XVIII trajo esclavos de varias regiones de acuerdo con la disponibilidad y otros factores políticos y sociales de las regiones. Robin Blackburn estima que del total de 6,132,900 esclavos importados, un 40% provino del oeste de África central; otro 40% provino de los golfos de Benín y Biáfra; y un 15% de la Costa de Oro (Ghana), Sierra Leona y Senegambia.

El intercambio entre africanos, europeos y sus colonias caribeñas se conoció como el comercio triangular. El éxito comercial esclavista de Inglaterra, Francia y Portugal se encontró vinculado con la disponibilidad de bienes de consumo europeos que se pudieran canjear en las costas africanas, una marina mercante eficiente que pudiera transportar esclavos hacia América, y azúcar y productos tropicales de vuelta a Europa, donde comenzaba nuevamente el ciclo del comercio triangular.

Inevitablemente, los costos humanos del tráfico de esclavos africanos a las Américas fueron incalculables. Los índices de mortalidad, especialmente durante el viaje transatlántico, oscilaban entre un 8% a un 18% dependiendo del lugar del embarque, las condiciones de salubridad en las naves, el valor nutricional de los alimentos y la extensión del viaje entre África y América. La racionalidad económica de los comerciantes de esclavos les obligaba a responsabilizarse por el estado de salud de su mercancía. Sin embargo, los barcos negreros durante la primera mitad del siglo XVIII siguieron siendo focos de enfermedades mortales como la disentería, las varicelas o el sarampión, que cobraron miles de vidas. Blackburn estima que unos 23 millones de africanos capturados durante el siglo XVII y XVIII perecieron antes de tocar suelo americano.

III. El trabajo esclavo y la estratificación social

En las sociedades de plantación con mano de obra esclava coexistía una multiplicidad de ocupaciones y labores que determinaban las condiciones o el estatus en la sociedad. Esta estratificación, aun dentro de las limitaciones de libertad intrínseca a la esclavitud, estaba compuesta por los esclavos domésticos, diestros y de campo. Además, la ocupación no era el único factor de influencia en la jerarquía de los esclavos. La gradación de color y los rasgos fenotípicos también estaban atados al estatus que ostentaban los esclavos dentro de la sociedad. Los mulatos o pardos tendían a tener mejores oportunidades de manumisión y cierto grado de libertad o autonomía que no les era permitido a los recién esclavos bozales llegados directamente de África.

Una gran mayoría de los esclavos domésticos estaba integrada por esclavas mulatas atadas al quehacer cotidiano del cuidado y de las exigencias de su amo. Estas tendían a ser nodrizas, cocineras, lavanderas o eran requeridas por sus amos para cualquier otra faena doméstica. En ocasiones, la relación que se entablaba entre los amos y estos esclavos era más estrecha y personal que, por ejemplo, la que se mantenía con los esclavos de campo. Los amos procuraban y exigían la continua presencia de sus esclavos domésticos en caso de necesitarlos para cualquier nimiedad o melindre, apartándolos de congeniar con otros esclavos de su misma condición e inclusive de su propia parentela.

Los esclavos diestros (carpinteros, albañiles, sastres) eran muy solicitados por la economía que se desarrolló a partir del complejo agroexportador. La demanda de estos esclavos les permitía cierto grado de libertad, al ser, por ejemplo, contratados en otras plantaciones o pueblos. Asimismo, disfrutaban de arreglos económicos con sus amos que les permitían ser remunerados por su trabajo. De hecho, en muchas ocasiones, el dinero obtenido de estos arreglos les posibilitaba su manumisión o la compra de su libertad, oportunidad casi imposible para los esclavos de campo.

La gran mayoría de africanos traídos al Caribe fue destinada a la esclavitud de campo, en el escalafón más bajo de la estratificación social y columna vertebral de las plantaciones azucareras del Caribe. La producción del dulce de caña requería una óptima organización del trabajo esclavo. Los esclavos eran colocados en grupos de acuerdo con su fortaleza física, su experiencia y las necesidades de plantación. Así, los más hábiles y fuertes solían trabajar de sol a sol en la corta y traslado de la caña a los molinos, para ser procesada. Otros estaban destinados a la corta de la leña para el mantenimiento de las calderas donde era procesada la caña. Mientras otros se encargaban del ganado. Las ocupaciones y posibilidades de una mejor calidad de vida entre los esclavos, al igual que para el resto de la sociedad, eran definidas jerárquicamente. Los esclavos nacidos en América, por ejemplo, tendían a gozar de mejores oportunidades de coartación y a desempeñarse en trabajos menos severos y peligrosos que los esclavos bozales traídos de África.

Las sociedades de plantación suponían un orden ideal y una rigidez social que pocas veces se logró mantener con éxito. En la gran mayoría de las islas surgió la comunidad de negros y mulatos libres, que generalmente respondió a la mezcla entre europeos y esclavos africanos. En términos demográficos, la población negra y mulata libre varió entre las colonias caribeñas, dependiendo del grado de intensificación de la producción de la caña de azúcar. En Jamaica representaba un 10.2% al finalizar el siglo XVIII, mientras que en Saint Domingue representaba un mero 5.3% al inicio de la Revolución de 1791. A pesar de las diferencias entre las colonias, Franklin Knight subraya que este segmento de la población estaba compuesto principalmente por mujeres que residían en zonas predominantemente urbanas y que se autodiferenciaban del sector esclavo.

Los privilegios y limitaciones de los negros y mulatos variaban de colonia en colonia. En Jamaica, por ejemplo, este grupo de la población logró obtener legalmente casi los mismos privilegios de los blancos; en las colonias francesas, las limitaciones eran mayores. En términos generales, aunque libres, a los miembros de este grupo no les permitían votar, ocupar un cargo público, testificar en contra de algún miembro de la comunidad blanca ni servir de jurados. En las islas danesas, por ejemplo, los negros y mulatos libres no podían cultivar algodón si no poseían la tierra en la cual fuese a ser cultivado. En Martinica se les prohibía participar del comercio del oro y la plata. Estas limitaciones representaban un escollo legal y social para un grupo de individuos que nominalmente compartía privilegios con los sectores más poderosos de la sociedad. No todas las colonias desfavorecían a esta importante fracción de la sociedad. Las relaciones entre negros y mulatos libres y blancos fluctuaban grandemente de acuerdo con las concesiones o limitaciones legales o sociales impuestas por este último grupo.

La estratificación social en las Antillas del Caribe dedicadas a la agroexportación privilegiaba y diferenciaba enormemente a la población blanca. Este fragmento de la población estaba, a su vez, dividida en tres o cuatro escalafones adicionales. En orden descendente, se encontraban en un estatus preferencial los plantadores que ostentaban el poder político y económico de la colonia. En el Caribe hispano estos eran en su mayoría peninsulares o criollos, grand blancs en las colonias francesas y principal whites en las colonias inglesas. En un estatus similar se encontraban los gobernadores, los oficiales del ejército metropolitano de las Antillas e los intendentes. El poder económico y político les proporcionaba lo suficiente como para vivir holgadamente, ya fuera en la colonia o de vuelta a la metrópolis de origen.

El siguiente grupo lo componían los comerciantes, abogados, burócratas gubernamentales, doctores y medianos terratenientes. Esta capa intermedia, especialmente en Saint Domingue, resentía el poder económico y político de los grandes terratenientes ausentes. Aun así, estos procuraban diferenciarse del último grupo de blancos de las colonias azucareras. A los franceses se les conocía como los petits blancs y a los británicos como los poor whites. Estos formaban una clase numerosa de empleados del Estado, compuesta por maestros, pequeños comerciantes, artesanos, capataces (overseers), campesinos y bookkeepers (tenedores de libros). Las posibilidades de movilidad social de este grupo se asociaban al privilegio que la sociedad les otorgaba a los blancos. Por ejemplo, el poder obtener y cultivar la tierra, el desempeñarse en casi cualquier oficio y la libertad de moverse o emigrar en búsqueda de mejoras económicas y materiales, aventajaban y diferenciaban a los blancos pobres de una gran mayoría negra esclavizada.
Esclavos procesan la caña de azúcar: Los africanos esclavizados fueron la fuerza laboral que movilizó los engranajes de la industria azucarera. La esclavitud creó una sociedad discriminatoria y racista que, en mayor o menor medida, persiste en las estructuras políticas y económicas de los países caribeños.

El funcionamiento de la plantación en el siglo XVIII

A pesar de que se reconocía la importancia y la rentabilidad del esclavo, estos solo correspondían a uno de los múltiples compromisos económicos de los plantadores del Caribe. Las plantaciones que se desarrollaron a partir de finales del siglo XVII fueron unidades complejas de producción que incluían tanto procesos agrícolas como fabriles. Blackburn apunta —como parte de las responsabilidades financieras— la compra de equipo especializado y su mantenimiento, la compra de provisiones de alimentos y la obligación de mantener un continuo flujo de mano de obra esclava. En muchas ocasiones, y dependiendo del tamaño de la plantación, los dueños adeudaban sueldos a overseers, técnicos de azúcar, abogados, tenedores de libro (contables) y médicos, así como el pago de impuestos al Estado.

Si los cimientos de la plantación de azúcar se pudieron entrever en las primeros complejos en Brasil y Barbados, los plantadores del siglo XVIII perfeccionaron su funcionamiento. La plantación de este siglo, especialmente las plantaciones inglesas y francesas, mejoraron la producción y la eficiencia de la producción, tanto por las nuevas tecnologías —la aparición del tren jamaiquino—, como por la coordinación meticulosa de todo el proceso de producción. El historiador dominicano Frank Moya Pons indica que, en 1670, un ingenio típico de la islas británicas producía un promedio de 11.8 toneladas de azúcar. Un siglo más tarde, el promedio anual se había quintuplicado hasta llegar a unas 56.6 toneladas de azúcar.

Para el buen funcionamiento y la rentabilidad de las plantaciones era necesario contar con un capital suficiente que pudiera sufragar gran parte de los altos costos de la producción. A falta de capital líquido, un gran número de plantadores recurría al crédito provisto por los comerciantes metropolitanos en Londres, Liverpool, Nantes, Burdeos o Marsella, que recibían azúcar u otros productos tropicales para sufragar sus deudas. El pago con especias a los comerciantes metropolitanos posibilitaba especular en el mercado europeo, por lo que era sumamente beneficioso. Por otro lado, los plantadores contaban con un flujo constante de crédito que les daba acceso a nueva maquinarias, esclavos y demás costos de producción.

Esta relación, aunque beneficiosa en algunos aspectos, propendía al endeudamiento de los plantadores. La especulación por parte de los comerciantes metropolitanos y la consecuente incapacidad de los plantadores de fijar precios propios en el mercado resultaron en la búsqueda y contratación de agentes comisionados que ubicaban el azúcar del Caribe en el mercado y, como nos comenta Moya Pons, “acreditaban sus ingresos en cuentas especiales contra las cuales ellos o sus gerentes en la Antillas emitían giros y letras de cambio”. Ambas formas de financiación coexistieron en el Caribe durante todo el siglo XVIII.

Conclusión

A todas luces, el siglo XVIII conformó uno de los sedimentos sociales, económicos y culturales más importantes y perdurables en la región del Caribe. Aunque es importante aclarar que no todas la colonias y territorios del Caribe estuvieron sujetos a la producción de azúcar, durante el siglo XVIII, el dulce de caña fue el protagonista en el comercio o la exportaciones del Caribe hacia Europa. En el archipiélago de las Bahamas, por ejemplo, no proliferó la producción de la caña debido a su árido clima y su fragmentada geografía. Por otra parte, la isla danesa de St. Thomas fue, principalmente, un puerto libre en el que todas la naciones interesadas en el comercio caribeño canjeaban esclavos y mercancías.

El crecimiento en la exportaciones del azúcar y otros productos desde los territorios del Caribe del siglo XVIII tuvo un nexo esencial con el desarrollo de la esclavitud africana. 

El fin de Edad de oro de las plantaciones 


Atrás quedaron los días de gloria, los lujos de los plantadores que extrajeron enormes ganancias económicas al comercio esclavista y la producción del azúcar. El siglo XIX estaría marcado por la caída o crisis de la economía de plantaciones, salvo en la isla de Cuba y Puerto Rico, provocando  inestabilidad económica, política y demográfica en toda la zona del Caribe.
 A fines del siglo XX, el azúcar incluso decayó en cuba y Puerto Rico, quedando como algo del pasado, el azúcar es historia.

 

 Alex Renton reconoce los vínculos de su familia escocesa con la esclavitud


Domingo | 23 de mayo de 2021 


En este número de Reparation Conversations, una colaboración entre The Gleaner y el Center for Reparation Research (CRR) de la Universidad de las Indias Occidentales, Alex Renton (AR), cuyos antepasados ​​fueron esclavizadores en Jamaica y Tobago, habla con el profesor Verene Shepherd (VS) sobre su familia y su nuevo libro, Blood Legacy: Reckoning with a Family's Story of Slavery , publicado por Canongate y que está disponible en Kingston Bookshop. Renton está donando todas las ganancias a organizaciones benéficas.


VS: Gracias, Sr. Renton, por tomarse el tiempo de sentarse conmigo para hablar sobre su libro, 'Blood Legacy: Reckoning with a Family's Story of Slavery'.


AR: Mi agradecimiento, profesor Shepherd, a aquellos en Jamaica por su interés y generosidad cuando estaba investigando este proyecto.


VS: Empieza el libro diciendo: "Soy un heredero del pasado esclavista de Gran Bretaña". ¿Podría explicar cómo está conectado con el pasado esclavista de Gran Bretaña?


AR: Tanto la familia de mi madre como la de mi padre estuvieron involucradas en la esclavitud africana.


Los Fergusson, de Escocia, fueron copropietarios de una finca jamaicana llamada Rozelle, en St Thomas, de 1769 a 1875 y una finca de 300 acres en Bloody Bay en Tobago. En total, los Fergusson "poseían" alrededor de 950 personas esclavizadas.


Por el contrario, en el lado de Renton, una tatarabuela participó en la campaña de abolición en Edimburgo en el siglo XIX. Mientras tanto, un tatarabuelo nació en Jamaica y parece haber sido nieto de una mujer africana liberada, Mary de la Roche, de un propietario blanco de una plantación. Él mismo "poseía" dos personas esclavizadas en 1817. Mi prueba de ADN muestra un pequeño porcentaje de África Occidental.


VS: ¿Cuándo se enteró de los lazos históricos de su familia con la esclavitud en el Caribe y por qué decidió escribir sobre ello? ¿Qué documentos te permitieron escribir el libro, de hecho?


AR: Descubrí la información hace cinco años en un archivo familiar privado. Comencé a trabajar de inmediato, transcribiendo las viejas cartas y cuentas que mis antepasados ​​habían archivado. Había muchas razones para hacerlo. Como periodista que ha informado de todo el mundo sobre los conflictos y problemas causados ​​por el imperialismo británico, era una historia que sentía que tenía que abordar. Como ciudadano británico, en un país todavía dividido por la desigualdad y el racismo que se deriva de la era del imperio y la esclavitud, parecía importante examinar y reconocer este pasado.


VS: ¿La historia que descubrió fue una sorpresa total para usted, o su educación lo ayudó a prepararse para lo que encontró entre estos papeles familiares?


AR: Tuve una educación privada de alta calidad: Eton, etc. ¡Hice dos O 'Levels de historia! Pero resultó que mi ignorancia era enorme y vergonzosa. Simplemente no nos enseñaron sobre el período en que la riqueza moderna de Gran Bretaña se forjó mediante la explotación del tipo más perverso: 3,25 millones de africanos transportados por Gran Bretaña. La esclavitud continuó hasta 1834. No tenía ni idea, y resulta que tampoco la mayoría de los británicos. No se nos enseñó nada más que "Wilberforce puso fin a la trata de esclavos en 1807", lo que, resulta, tampoco es del todo cierto. Si no fuera por Bob Marley y otros que entraron en mi conciencia cuando era adolescente, fácilmente podría pensar lo mismo hoy.


VS: Deduzco del libro que sus antepasados ​​esclavizadores estaban ausentes. ¿Qué revelan los documentos familiares sobre las instrucciones dadas sobre el cuidado de los trabajadores esclavizados en las propiedades familiares en el Caribe? ¿Cómo respondieron los esclavos a las formas en que fueron controlados?


AR: Los documentos revelan preocupación por la salud y la nutrición de los trabajadores, pero no es más de lo que cabría esperar de cualquier "propiedad" valiosa. Desde la década de 1790, mi antepasado Sir Adam Fergusson ordenó la compra de más niñas y mujeres jóvenes para beneficiarse de la "crianza", ya que el precio de las personas esclavizadas subió en la era del abolicionismo.


Sin embargo, hay un relato extraordinario, dictado por un hombre que escapó de la plantación de Jamaica en 1780 y se dirigió a Londres para pedir justicia a Fergusson. Augustus Thomson (su 'nombre de esclavo' era César) era veterinario y médico. Cuenta la historia de una pelea con los capataces, después de lo cual lo azotaron a él, a su esposa e hijos, quemaron su casa y le robaron sus posesiones. Thomson no recibió justicia, solo promesas vacías. Valientemente, regresó a Jamaica, pero siguió siendo un forajido y nunca pudo reunirse con su familia.


VS: ¿Cómo se benefició su familia de la esclavitud y qué nivel de compensación recibió en Emancipación? ¿Cómo se gastó o invirtió este dinero?


AR: Si bien la producción de azúcar de la plantación nunca fue muy lucrativa, mis abuelos se beneficiaron, por una suma de más de 2 millones de dólares, cuando se les dio una compensación en 1836. Ninguno llegó a Jamaica ni a la gente emancipada de Rozelle. En cambio, construyeron iglesias y escuelas en Escocia. Si bien mi familia no es rica hoy como resultado de la esclavitud, el poder y el privilegio que provienen de la riqueza del siglo XIX todavía nos marcan.


VS: ¿Qué haces ahora que conoces este aspecto de tu historia familiar? O, ¿qué ha estado haciendo su familia con esta información desde el descubrimiento?


AR: La mayoría de mi familia apoya el reconocimiento de nuestro pasado y que aceptar la responsabilidad de los legados de la esclavitud transatlántica es algo bueno que debemos hacer. Algunos de nosotros estamos haciendo donaciones a instituciones educativas y organizaciones benéficas de desarrollo juvenil en Jamaica y en el Reino Unido mientras discutimos qué más está en nuestro poder. Los beneficios del libro van a las mismas causas. Se agradecerían más sugerencias. Por favor contácteme a través de bloodlegacybook . com .


VS: ¿Cuál es su definición o entendimiento de justicia reparatoria?


AR: Personalmente apoyo los objetivos del movimiento por la justicia reparadora según se define en el Plan de 10 Puntos de CARICOM [reparar los males de la esclavitud con un paquete de desarrollo para el Caribe]. Estoy consternado de que mi gobierno, y otros, ni siquiera hayan podido iniciar las conversaciones solicitadas por primera vez por CARICOM en 2014, y lo diré donde y como pueda. Escocia, mi hogar, podría abordar esto directamente.


VS: ¿Qué consejo le daría a las familias que han descubierto vínculos similares con el comercio transatlántico de africanos esclavizados y la esclavitud, pero que descubren, niegan y distancian?


AR: Mi consejo para ellos es que se conecten a Internet, echen un vistazo. Piensa profundamente por qué tu historia sigue siendo tan importante hoy. Escuche y aprenda de los descendientes de aquellos que fueron esclavizados. Como dice Sir Geoff Palmer, 'No se puede cambiar la historia. Pero aún puedes cambiar sus consecuencias '.


VS: Muchas gracias, Alex, por conversar conmigo de manera tan abierta y honesta. Espero que la familia considere la posibilidad de digitalizar los documentos que puedan resistir ese proceso y donar un juego a las bibliotecas de Tobago y Jamaica.


AR: Gracias, Verene, por esta oportunidad. El futuro del archivo está en discusión. No soy de mi propiedad, pero espero que pronto esté disponible para todos digitalmente. El aislamiento de los materiales de esta historia es otro mal que debe corregirse.


Alex Renton (nacido el 5 de marzo de 1961) es un periodista británico-canadiense y autor de Stiff Upper Lip, y Planet Carnivore . 

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